XXXIV. Soledades

XXXIV

Me dijo un alba de la primavera:
-Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.


Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aún mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?
Respondí a la mañana:
- Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños,
ni sé si está mi corazón florido.
Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas;
mi corazón, tus lirios.

1. Señale la organización de las ideas del texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos)
El poema puede dividirse en dos partes claramente diferenciadas (versos 1-8, en los que habla el alba, y 9-16, en los que responde el poeta), a su vez divididas cada una de ellas en otros dos subapartados:
1.1) La personificación del alba se dirige al sujeto poético como “caminante viejo” e indiferente, y le recuerda que en el pasado sí tenía ilusiones (“flores del camino”).
1.2) El alba le pregunta si el motivo de su indiferencia es que aún mantiene vivas las viejas emociones.
2.1) El sujeto poético responde que está vacío y tampoco reconoce esas antiguas ilusiones a las que se refiere el alba.
2.2) En los cuatro últimos versos el poeta parece declarar que, aunque no tiene sueños, tiene la esperanza de tenerlos.
2. Indique el tema y escriba un resumen del texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos)
El tema de la poesía es la recuperación de las ilusiones perdidas.
El poema es un diálogo del yo poético con “el alba” un día de primavera, en la que esta le recuerda que hace tiempo tuvo una ilusión y le extraña verlo ahora tan frío y distante. El poeta, tras pensarlo un momento reconoce que no recuerda esa ilusión perdida, pero todavía tiene la esperanza de volverla a vivir.
3. Comentario crítico sobre el contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos)
El poema pertenece a la primera obra de Antonio Machado, Soledades. Galerías. Otros poemas (1907), en el que es frecuente la descripción de paisajes artificiales, imaginados, cargados de símbolos. Por el contrario, en su libro siguiente aparecerán descripciones de paisajes concretos de Castilla y Andalucía, en los que la belleza de la naturaleza real se impone a las connotaciones simbólicas. El lenguaje del poema es también menos natural que en Campos de Castilla (1912), con términos propios del Modernismo como la aparición del rasgo exótico del “hada”, efectos sonoros (aliteración de “la alba frente del hada”) o neologismos como “adamantino”
En esta poesía, el sentido general de la poesía parece claro; pero los símbolos concretos utilizados adquieren un valor difícil de desentrañar.
Lógicamente, cuando dice que dialoga con el alba, el poeta habla consigo mismo. En esencia, se dice en cada estrofa: 1) hace tiempo que me encuentro vacío, 2) ¿podré volver a ser como antes?, 3) no sé en qué soñar, pero 4) quizás algún día vuelva a ilusionarme.
No se precisa con claridad en qué consiste la “ilusión perdida” a la que se refiere, si es un desengaño amoroso, la alegría de vivir, etc; el “hada” y el “cristal” también resultan difíciles de descifrar (¿es el hada Mab de Romeo y Julieta, de Shakespeare; o el mito de Aracné, o algún otro? ¿el cristal se refiere al corazón endurecido?). La angustia inconcreta que asalta al poeta era tratado por la poesía simbolista francesa (Baudelaire, Verlaine) muy influyente en Machado; es lo que se conoce con el término de “spleen”, una melancolía sin origen conocido y que aparece en innumerables poemas del autor (también en Juan Ramón Jiménez).

El poema trata un tema universal, “la angustia vital o existencial”, según la moda de la época. No transmite el dolor ni la emoción que debe sentir un hombre condenado a no sentir, porque el lenguaje es demasiado indirecto; se trata de una confesión que no conmueve al lector, que encuentra dificultades en saber el problema concreto del sujeto poético. Tampoco ayuda la inconcreción del paisaje (“primavera”, “flores del camino”) ni las posibles alusiones cultas señaladas, difíciles de desentrañar.
En cambio, como buen poema modernista, resulta admirable la belleza del lenguaje; el contraste entre cómo se ve desde fuera (“sombrío”), y su interior (“el vaso cristalino”). Destacan términos como “urna”, “adamantino”, y la extrema sensorialidad, con referencias al olfato (“aroma”, “perfuman”, y toda clase de flores), y abundantes colores, con el contraste mencionado antes de lo sombrío con lo claro (“alba frente”).
En resumen, me gusta más cómo suena y lo que evoca esta silva arromanzada, que el sentimiento que transmite, que me da la sensación de ser poco sincero; no quiero decir que no sea real esa angustia, pero no transmite emción.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante el blog. Gracias por compartir tantos conocimientos. Te animo a visitar mi página (aúnque anda desactualizada últimamente). http://academiamarina.blogspot.com.es/2011_11_01_archive.html

Entradas populares de este blog

Comentario de Casida de la mujer tendida de García Lorca

CANCIÓN DEL JINETE COMENTARIO DE LUCÍA FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ IES ÁNGEL GANIVET (2º D)

COMENTARIO DE UN POEMA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ