HISTORIETAS LOCALES, 19: EL CACIQUE INFORTUNADO


El 31 de mayo de 1911 se celebró en los juzgados de Guadix un juicio contra don Emilio Bessieres y Ramírez de Arellano. La plaza de la Constitución estaba abarrotada de gente, y periodistas desplazados a Guadix desde Granada y Madrid aguardaban con expectación inusitada el desenlace de un juicio que se prolongó durante cuatro días. Cuando se supo la sentencia absolutoria del tribunal popular, se produjo una estruendosa aclamación de la multitud que vitoreó al reo cuando abandonó los juzgados sin poder contener las lágrimas de emoción y sorprendentemente abrigado para el día caluroso que hacía, lo que delataba su quebrantado estado de salud. Se le acusaba de acuñar más de doce mil monedas falsas y había pasado el último año y medio en una celda común de la cárcel Modelo de Madrid.

Emilio Bessieres nació en una casa palacio de la cuesta de Gomérez de una familia con antecedentes militares carlistas. En 1875, a la muerte de su padre, heredó una finca en Diezma, el cortijo Holopos. La casa sería vendida a la muerte de nuestro personaje por sus sobrinos al jurisconsulto Eduardo Rodríguez Bolívar, abuelo del alcalde de Granada Manuel Sola, y actualmente se utiliza como restaurante (El jardín de Gomérez).

Casa natal de Emilio Bessieres

Se casó en Bayona en 1883, después de una intrépida historia de mercenario en Perú, Sudáfrica y Marruecos, con la condesa de Benavente, María Dolores Téllez-Girón. Ella reunía trece marquesados, quince condados, cuatro principados, dos vizcondados e infinidad de otros honores, amén de innumerables propiedades rústicas y urbanas en la península y en Roma, Biarritz y París.

A pesar de pertenecer Emilio Bessieres a una familia pudiente de la burguesía granadina con algunas gotas nobiliarias por parte de su madre, poseedora del señorío de Vélez de Benaudalla y descendiente de conquistadores de Granada, evidentemente se trataba de un matrimonio económicamente muy desigual, y más inexplicable resulta que él reciba como regalo de bodas por parte del suegro la administración inalienable de todos los bienes de su esposa y un cortijo en Alquife, “Las Salidas”. Aprovechando la proximidad geográfica con el norte de Granada, es presentado como diputado por Baza en 1891 y 1892. Ya su padre, Luis de Bessieres había sido diputado por Guadix en dos ocasiones, en 1853 y 1862.

Después de diez años de feliz convivencia el matrimonio se rompe cuando él se niega a aceptar convivir en su casa con una joven y un sacerdote que la condesa de Benavente impone en su palacio de la calle Mesón del Moro de Sevilla. Quizá la joven se trate de una hija no reconocida legalmente tenida de soltera y entregada a una familia de Loeches.

Tras la ruptura, ella se marchó a París y él al cortijo de Diezma; ella presenta la demanda de divorcio en el juzgado de Guadix en 1905. A partir de ahí la pareja se embarca en una dura batalla judicial que duró cinco años, y fue la comidilla de los medios de comunicación nacionales.

Fundó y dirigió una revista quincenal, Ideal. En ella propone iniciativas tan progresistas como la abolición de la pena de muerte, democratización del Senado, creación de ministerios sociales, matrimonio civil, acceso a la universidad de las mujeres, voto para las mujeres (aunque restringido a solteras y viudas).
Entre el 17 y 18 de enero de 1910, el juez de Guadix ordena detener y meter en prisión al Conde de Benavente, Don Emilio Bessieres Ramírez de Arellano, acusado de acuñar en su cortijo monedas de plata falsas con unos troqueles encontrados en las cuadras. El acusado declara ignorarlo y haber sido víctima de un montaje de pruebas falsas, probablemente dispuesto por su esposa para hacerlo doblegar y facilitar el divorcio.

Cortijo Holopos (Diezma)

El desdichado, después de pasar año y medio en prisión, es absuelto gracias a los testimonios favorables de 160 trabajadores de ambos cortijos, quienes creen que ignoraba la existencia de los instrumentos falsificadores y le agradecen que haya arriesgado de forma altruista su (escasa) fortuna en iniciativas innovadoras como sustituir el cultivo de cereales por lavanda e inversiones en maquinaria moderna (EDG, El Defensor de Granada 28/05/1911). También se negó a efectuar el contrato efectuado por la condesa de venta de las tierras de Alquife a la compañía Alquife Mines, que dejaba sin trabajo a los aparceros.

Si aplicamos el prejuicio liberal antioligárquico, estaríamos hablando de un señorito andaluz típico, que es aparentemente un cazadotes despechado y un truhán tramposo, y que extorsiona a sus criados, pero por los testimonios de los testigos me inclino por considerarlo un filántropo, de espíritu austero, retirado en dos modestos cuartos, que limpia él mismo, de su rincón apartado (el “valle risueño” de Alarcón) donde aspira a materializar el mito regeneracionista, como Ganivet en el reino de Maya, y al que sus empleados: pastores, guardas, jornaleros, gañanes y criadas reconocen su idealismo y de cuya candidez se aprovecha su esposa para tenderle una trampa.

A la vez que es absuelto, se resuelve el divorcio de la condesa y le conceden una pensión anual de 125.000 pesetas. Pero apenas pudo disfrutar de su libertad dos meses, ya que Emilio de Bessieres falleció en Guadix el 11 de julio de 1911 a los cincuenta y dos años de edad.

La última noticia que tenemos de la condesa es que el 23 de enero de 1938, vivía sola, repudiada por su familia, y que el gobierno de la República la obligó a abandonar su palacio y alojarse en un asilo, donde falleció el año siguiente a los 70 años de edad.

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