Literatura Universal. El autor y su época


EL AUTOR Y SU ÉPOCA

BOCCACCIO. RENACIMIENTO

Fue el movimiento humanista el que puso la primera piedra para que todo ello fuera posible. Este movimiento surgió en Italia, y se preocupó con ahínco de recuperar la cultura clásica grecorromana, deseo que terminó dando nombre a toda una época histórica: el renacimiento fue el renacer de Grecia y Roma, la vuelta al esplendor clásico tras los -así bautizados entonces- oscuros siglos medievales.

Más adelante, ya en el siglo XVI y tras la caída de Constantinopla, muchos escritores y eruditos griegos huyeron y encontraron acogida en Italia, ayudando a reconstruir por completo la cultura grecolatina y empujando a más autores y pensadores hacia la publicación de sus obras. Angelo Poliziano, Marisilio Ficino, Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Torquato Tasso, Iacopo Sannazaro o Nicolás Maquiavelo fueron tal vez los escritores más reconocidos de esta etapa.
Se multiplicaron las posibilidades de una mayor expansión y divulgación de la cultura con la creación de las diferentes Universidades, la secularización del saber y con el impulso que adquirió el latín como lengua transfronteriza que ayudaba a la comunicación entre los distintos intelectuales de toda Europa.
Se produjo una crisis religiosa, provocada por la fuerte influencia que ejerció la relectura del paganismo greco-romano, que desembocó en una etapa de conflictos religiosos, entre los que destacó la ruptura de la Reforma.
Se desarrolló una nueva concepción del hombre y de su papel en la sociedad, en la que los individuos eran los protagonistas, pudiendo ejercer su capacidad para intervenir y transformar el mundo, alejándose de los presupuestos estoicos sobre la predestinación divina.
Los Precursores:
En los siglos XIII y XIV se había iniciado en Italia un brillante desarrollo cultural. A esta época se consideran los precursores:
Boccaccio: Florentino, contribuyó al perfeccionamiento del idioma italiano con su obra Decamerón.
Petrarca: Sacerdote y sabio humanista, tuvo un gran culto apasionado por Virgilio y Cicerón, a quienes procuraba igualar la perfección del estilo. Famoso por sus Sonetos.
Dante Alighiere: (1265-1321), florentino, figura representativa; sus inquietudes espirituales expuestas en su obra: La Divina Comedia.



SHAKESPEARE. TEATRO ISABELINO

El teatro isabelino es un concepto literario -aunque básicamente se aplica al teatro- con el que se hace referencia, principalmente, al conjunto de obras dramáticas escritas y representadas en Inglaterra durante el reinado de Isabel I, que se alargó desde 1558 hasta 1603. Muchos estudiosos, no obstante, alargan este segmento temporal a los reinados de Jacobo I (hasta 1625) e incluso de Carlos I (hasta 1642) dada la manifiesta continuidad de temática y estilo que mostró el teatro inglés durante esas etapas, y que se vio finalmente truncada con la llegada de la Guerra civil y la clausura de los teatros en ese mismo año. Si se entiende de esta manera más amplia y agrupando las tres etapas, aunque el término teatro isabelino no deja de ser correcto, puede hablarse también de teatro renacentista inglés, a pesar de que no coincida cronológicamente con el renacimiento europeo.

Lógicamente, el principal autor y máximo representante del teatro isabelino fue William Shakespeare, si bien no fue el primero de la larga ristra de dramaturgos que brillaron en esta época.

Thomas Kyd escribió La tragedia española, una obra especialmente sangrienta que inspiró enormemente a Shakespeare, en particular, en Hamlet y El rey Lear.

Christopher Marlowe fue autor de varias obras extraordinarias a pesar de su corta vida. Especialmente conocidas son El judío de Malta, Eduardo II, Tamerlán el grande y, sobre todo, La trágica historia del doctor Fausto, basado en una leyenda germánica e iniciador de un personaje, Fausto, que sería después frecuentemente recreado en diferentes épocas.

Ben Johnson fue contemporáneo de Shakespeare. Autor especialmente brillante y talentoso, dedicó sus esfuerzos principalmente a la comedia. Su obra más conocida es Volpone, muy inspirada en El judío de Malta y que a su vez inspiraría la shakesperiana El mercader de Venecia.

William Shakespeare supo sacarle todo el provecho posible a esta influencia y, con ella, llevar el teatro de su época hacia nuevas cotas, recuperando al profundidad y grandiosidad de un teatro clásico que se había perdido en la época medieval.



GOETHE. ROMANTICISMO

La literatura romántica promulgó una ideal de artista dotado de un genio creador que nace de la libertad del espíritu humano. El romanticismo pone así al artista en el centro, y sobre todo, más que su intelecto o su capacidad para llegar a grandes conclusiones a partir del intelecto, alaba sus sentimientos, su ansia de libertad y sus deseos.
La literatura romántica acoge generalmente todo aquello opuesto a lo racional y lo descriptivo: la fantasía, la imaginación, el sueño, el sentimiento.
El principal “leit motiv” del romanticismo es el choque entre la realidad y el deseo. El fracaso y la incapacidad de lidiar con el mundo real llevan la obra romántico hacia la evasión a tiempos pasados o lugares remotos, a menudo exóticos. Este gusto va poco a poco ligándose a los diferentes movimientos nacionalistas, y así nacionalismo y romanticismo se alían. Los románticos dejan de lado lo sobrenatural para recurrir a lo tradicional, lo que consigue ensalzar las culturas locales y diferenciarlas del universalismo ilustrado.
La lista de autores egregios del romanticismo es evidentemente larga, dada la importancia del movimiento. En estas pocas líneas podemos citar a autores como Washington Irving, Herman Melville o Walt Whitman en Estados unidos, Alessandro Manzoni y Giacomo Leopardi en Italia, Lord Byron, Mary Shelley y Walter Scott en Inglaterra, Françoise de Chateaubriand y Alexandre Dumas en Francia, el Duque de Rivas o José de Espronceda en España.
Sin ninguna duda, la verdadera cuna del romanticismo europeo fue Alemania. En opinión de muchos, fue también el lugar donde esta corriente alcanzó su espíritu más alto y donde más profundamente influyó en las generaciones siguientes. El romanticismo, como ya sabemos, significó la preferencia por el sentimiento, la libertad del espíritu y la irracionalidad por encima de la racionalidad y la técnica.
El auge de este movimiento en Alemania, si bien se inició bastante pronto gracias al germen sembrado por algunos autores pre-románticos, tuvo en Goethe  su causa fundamental. Goethe es, en efecto, el verdadero fundador del romanticismo alemán, tanto en lo literario como en lo filosófico. Paradójicamente sería también uno de los primeros en abandonar el ideal romántico; tras un viaje a Italia adoptó un estilo más clásico y mesurado.
En cualquier caso, Goethe fue, junto a Novalis, Hoffman, Schiller y Hölderlin, el motor principal del movimiento romántico en Alemania. Iniciaron entre todos un movimiento filosófico basado en la oposición al clasicismo, en la libertad, el sentimiento y la espontaneidad, así como en la recuperación del espíritu original del pueblo germánico.
Friedrich Hölderlin fue otro destacado poeta del primer romanticismo alemán. Su poesía evidenció una profunda sencillez expresiva y una alta sensibilidad, y gracias a su conocimiento de la lengua griega incluyó numerosos elementos clásicos en sus poesías, creando un conjunto de gran originalidad.
Estos elementos clásicos también se pueden encontrar en la obra de Friedrich Leopold von Hardenberg (conocido sencillamente como Novalis), así como en Schlegel y August. Forman parte del ideal literario de la primera generación romántica.
BAUDELAIRE. EL SIMBOLISMO
En los últimos años del siglo XIX la concepción positivista del mundo entró en crisis. Esto se debió a los fracasos de la ciencia para explicar ciertos fenómenos físicos y naturales; y al desarrollo de la psicología. La crisis del positivismo se manifestó en el arte a través de diversos movimientos que rechazaron el realismo y buscaron nuevas formas de expresión estética. El resultado fue una verdadera revolución que abarcó todas las artes y se convirtió en la semilla del arte contemporáneo.Sus ansias revolucionarias no se limitaban al estilo, sino que tenía un contenido social e ideológico; repudian la sociedad burguesa.
Casi todos los poetas simbolistas se iniciaron con le Parnasianismo, que buscó la belleza como fin supremo del arte. Los parnasianos se caracterizaron por su exquisitez formal y por preferir temas exóticos y fantásticos. Finalmente este movimiento fue considerado decorativo y superficial.
Los rasgos más destacados de la poesía simbolista son la sensualidad, la musicalidad, el culto a la belleza y la utilización de figuras literarias como la metáfora, el símbolo y la sinestesia.
Las figuras más destacadas del Simbolismo fueron los poetas franceses Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud y Stèphane Mallarmé.
El Simbolismo hunde sus raíces en  Flores del mal (1857) cuyas poesías contenían ya en germen sus postulados esenciales: oposición declarada al realismo, al positivismo y al espíritu científico y concepción del mundo como un misterio que el poeta ha de desvelar alterando su inteligibilidad, suspendiendo el juicio lógico y penetrando en los dominios del ensueño y del subconsciente. La obra de Baudelaire, además, lograba la síntesis de las dos tendencias fundamentales del movimiento: una dimensión parnasiana, a través de la búsqueda de una belleza ideal, y otra decadente, manifestada en la atracción por lo artificial y lo perverso.

DOSTOYEVSKI. NOVELA REALISTA

Los largos y profundos procesos de cambio ocurridos en el siglo XIX no fueron ajenos a las artes y a la literatura. Los procesos de urbanización e industrialización, el cambio del paisaje urbano y rural, las nuevas formas de vida, los nuevos conflictos de clase, la secularización o las utopías sociales y políticas hubieron de atraer el interés de los artistas y de los escritores, que poco a poco se fueron alejando del idealista y evocador alejamiento de la realidad que había sido el romanticismo, y empezaron a interesarse por los asuntos cotidianos de sus contemporáneos, por sus miedos y esperanzas, por sus realidades. A este movimiento, que afectó a todas las artes, se le ha llamado “realismo”. Como el propio Henry James, novelista realista norteamericano, definió: “el realismo es lo que de alguna forma o manera nos podríamos encontrar, mientras el romanticismo es algo que nunca encontraremos”.

En su afán por mostrar la realidad “tal como era”, los escritores realistas trataron de “desaparecer” de sus obras, hacerse invisibles, de forma que los hechos y los personajes fueran todo cuanto pudiera llamar la atención del lector. La literatura realista estuvo en efecto muy influenciada por el contemporáneo avance de la ciencia, y quiso representar con palabras lo que la fotografía había supuesto en el mundo de las imágenes: ser un testimonio fiel, objetivo, imparcial y veraz de su época. Así, en las novelas realistas abunda un tipo de descripción exageradamente minuciosa (a la sazón los escritores realistas se embarcaban en largos procesos de documentación, previos a la escritura) y un estilo que huye de la caracterización, dejando toda particularidad a unos personajes que hablan de forma culta o popular, correcta o incorrecta así sea su procedencia social.

En cuanto a sus orígenes y sus más egregios ejemplos, podemos citar, como mayor influencia, a los representantes realistas de la novela española del Siglo de Oro: el Quijote y el Lazarillo de Tormes en primer lugar. Jorge Luís Borges habló de las sagas escandinavas como primer referente del realismo, si bien aquella literatura careció de continuidad. En la época realista propiamente dicha hay algunos nombres que brillan con luz propia y se erigen en máximos exponentes del movimiento realista literario: Honoré de Balzac y Gustave Flaubert en Francia, Fyodor Dostoiveski y Leon Tolstoi en Rusia, Charles Dickens en Inglaterra, Henry James en Estados Unidos, Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas Clarín o Emilia Pardo Bazán en España.

En la novela realista, el principal interés no es únicamente mostrar personajes de clases bajas, como se había hecho durante el barroco. La novela realista, aunque hace esto con frecuencia, se preocupa fundamentalmente por crear universos literarios verosímiles.
Los personajes dejan de ser héroes y se convierten en seres normales, extraídos de la vida cotidiana. El autor realista observa la realidad y construye sus mundos desde ella. El narrador es omnisciente, dada la obsesión de los realistas por transmitir con objetividad. Los pensamientos y la psicología de los sujetos son casi siempre obviados, y los personajes se definen por su forma de hablar y de actuar, por todo lo que puede ser observado desde fuera. El espacio en el que se desarrolla la acción nunca es extraño ni exótico. Es real, conocido por el lector, y normalmente urbano. El tiempo también se trata de forma lineal y avanza a una velocidad fija. Hay mucho diálogo y una abundancia impresionante de descripciones detalladas. El autor, por primera vez, siente la necesidad de documentarse antes de escribir su novela, llegando a ser experto en campos de la ciencia que aparezcan en determinados episodios de la misma.




KAFKA. EL EXPRESIONISMO ALEMÁN

El expresionismo supone otro intento de representar la realidad, una realidad cada vez más caótica, más difícil de representar, más deshumanizada. Por esa razón hace su aparición el arte abstracto. La abstracción, tanto en pintura como en literatura nos muestra el hombre angustiado por no comprender el mundo y los objetos que lo forman. Por ello aparta estos objeto, los aísla, los abstrae, y los convierte en protagonistas de su obra, en protagonistas absolutos. El principal objeto es el hombre, el ser humano. Es el gran protagonista de la literatura, el gran elemento de la abstracción, y por tanto del arte expresionista. Es una sociedad en la que el hombre pierde casi toda su naturaleza humana, unas veces por su culpa. Es un ser de masas, y no tiene aparentemente formas de salir de estas masas. Al extraer al hombre de la realidad se centran en él, pero no dejan de lado las características sociales, las realidades sociales (como hacía el naturalismo, que no separaba al hombre de su entorno)

El hombre aparece siempre masificado, alienado, cosificado, enfermo de muerte, tomado como un elemento más. La ciudad y la naturaleza son los dos elementos que martirizan y atacan al hombre, y que terminarán por acabar con él.

Hay una tendencia también expresionista (especialmente en la lírica y el drama) que a la vez nos plantea un hombre nuevo, que renace. Este es un reflejo más de la angustia que padecen, que les lleva a saltar al vacío al buscar una transformación El ser humano es el tema centra el literatura, agobiado, angustiado por fuerzas siempre negativas. Es un ser que espera la resurrección, el renacer de un nuevo hombre. Todo esto expresado en una lírica sobre todo entusiasta, pasional, donde tienen cabida múltiples sentimientos. Se habla de ira, odio, desesperación, terror, ansia hacia el futuro, y ruptura con el pasado porque en él vemos la causa de todos los males.

En cuanto a los recursos, encontramos un nuevo sistema metafórico, un lenguaje muy expresivo, recursos novedosos, y rimas tradicionales conviviendo con formas de rima más modernas. Los grandes autores del expresionismo son Georg Heyn, Georg Trakl, Gottfried Benn, Carl Sernhein, Ernst Barlach, Georg Keiser, Alfred Döblin, y Franz Kafka.

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