El Madrid de Pedro Antonio
Pedro Antonio de Alarcón
se instaló en Madrid en 1853. Era un joven
de veinte años y hasta 1865, fecha de su matrimonio con
Paulina Contreras, vive en la capital
doce años intensos, tal como había soñado en su juventud
de Guadix, con continuos cambios de domicilios, en pisos compartidos,
habitaciones prestadas, pensiones y fondas de mala muerte, hasta pisos propios, con criado; encajaba en todo tipo de
ambientes, desde lupanares y tabernas a salones de moda, palacios y redacciones de periódicos, pasando por el Congreso y la Academia. De espíritu
animoso, sediento por conocer mundo, frecuenta cafés, teatros, tertulias
literarias, redacciones, etc. Insomne e infatigable, no desperdiciaba ninguna
oportunidad de asistir a cualquier baile, fiesta, feria, viaje, comida, o conspiración que se celebrara en la
capital. Su carácter simpático y vitalista y su cultura cosmopolita lo convertían en centro de atención de todas
las reuniones a las que asistía. Era una fuente inagotable de anécdotas y de iniciativas.
En la obra periodística y narrativa
encontramos algunas referencias a
sus pasos en los ambientes de moda de la
capital.
Pedro Antonio de Alarcón realizó una primera incursión a la capital siguiendo las huellas de su amigo el accitano Torcuato Tárrago Mateos, que lo acogió en la casa de huéspedes de doña Remigia Plaza en la calle del Barquillo. Era el 3 de marzo de 1833 y tenía veinte años. Esta estancia fue fugaz, pues en el sorteo de las quintas le tocó ser el mozo número ocho. Su padre lo libró con la condición de que regresara a Granada.
Luego, con la vocación literaria más consolidada regresó el 16 de agosto de 1854. Cuando llegó a Madrid se instaló con sus amigos granadinos en un sotabanco de la calle Lope de Vega, número 2, esquina con la calle del León.
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La Colonia(Composición de J.A. Yeves) |
El grupo se llamaba la Colonia Granadina y adoptaron como lema “Sin un cuarto”. Lo
constituían granadinos como José Salvador de Salvador, «La palizada» (que se volvió pronto a Granada, harto de pasar hambre; a él le dedicó El sombrero de tres picos), Manuel Fernández y
González, «El poetilla», el músico Mariano Vázquez, «Puerta», José Fernández Jiménez,
«Ivón», Francisco Rodríguez, «Malpieri», y Manuel del Palacio, «Fenómeno», y otros allegados como Luis Eguílaz, Luis Mariano de Larra, Ramón
Rodríguez Correa (“Correíta”) y Gaspar Núñez de Arce.
Gregorio
Cruzada Villaamil era el mecenas del grupo y les
cedió para sus reuniones la segunda
planta de su casa de la calle Lope de Vega, 2 (esquina a la calle del León). También se reunían en su casa de Mesón de Paredes, esquina plaza del Progreso, en la llamada Sala de Rada,
llamada así por un esgrimista cántabro del siglo XVIII, cuyo manual servía para los ejercicios de esgrima que en esa sala realizaba el propietario. Además, les surtía generosamente de
bebida y comida.
El músico Mariano Vázquez (Puertas) ya ofrecía su casa de Granada, en la calle Recogidas como sede para reunirse La Cuerda. Instalado en Madrid desde 1851, el músico compartía piso con otro nudo de la Cuerda, Juan Facundo Riaño (bautizado London por Pedro Antonio por sus conocimientos de inglés y gustos cosmopolitas) en la calle del Olivar 13-2º, en Lavapiés, y allí siguió prestando sus servicios como anfitrión a La Colonia. Por su vecindad, luego sería asiduo a las tertulias de la casa del matrimonio Alarcón en la calle Atocha. Muy muy cerca, en la calle Ave María, esquina con la de la Cabeza vivió en una casa con jardín, hoy desaparecida, Manuel de Palacio, otro íntimo de Perico desde los tiempos granadinos de La Cuerda.
Luego, cuando Riaño se casó con Emilia Gayangos, se mudó a la casa de su suegro, a la calle Barquillo, 4-6, y Mariano Vázquez se compró una casa más cerca del Teatro Real, en la calle Encarnación, 10. A este le dedicó Alarcón su Viajes por España, porque "Juntos hemos hecho, no solo algunos viajes que menciono en esta obra, sino también el muy y más importante de la adolescencia hasta la vejez, pasando por los desiertos de la ambición".
Seguramente el más hermanado con Perico era José Fernández Jiménez, Ivón o el Moro, que accedió al cuerpo diplomático y ofrecía su casa de la Plaza de Santa Ana, 17 como punto de encuentro cuando se encontraba en Madrid. A él dedica La Pródiga, como "mi más íntimo amigo y mejor maestro", con "un abrazo de de fraternal cariño de tu paisano, amigo y compadre".
Otro ex de La Cuerda, José Moreno Nieto el Maestrico, por su erudición, que fue profesor de Árabe en la Universidad de Granada de Ivón y de Riaño vivía en la calle San Marcos, 26; y Ramón Rodríguez Correa, Correíta, compañero de mil aventuras (como la batalla del puente de Alcolea) y que sería también diputado por Guadix, vivía en un piso lujoso de Bárbara de Braganza, 5. Cerca, en la calle Infantas, 19 vivió y murió su muy llorado amigo Nicomedes Pastor Díaz.
Otro granadino reencontrado en Madrid es Ramón Ortega Frías, originario de Guadix, prometedor novelista y empleado en el Ministerio de Gracia y Justicia, que vivía en la calle de la Independencia, 2, bajo, izq., donde luego vivió Alarcón.
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Calle Mesón de Paredes |
Alarcón era asiduo a los cafés de la calle de los
Caños y al de la fonda de la calle
del Carmen del que en 1881 dice que “que ya no existe”. Se referirá probablemente a la fonda de la
Corona, pues tanto el café de la Estrella como el café del Carmen en la misma calle perduraron
incluso hasta el siglo XX; este último ofrecía
actuaciones de cantantes de ópera acompañados por un panista o una pequeña
orquesta o espectáculos flamencos como los de Silverio Franconetti y La Parrala.
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Redacción de La Época (Libertad, 18) |
Los lugares donde se reunía
la tertulia del accitano eran los de moda en Madrid. Los que más frecuentaban eran el café del Iris y el café Suizo.
El café del Iris estaba situado en el pasaje del Iris. Fue inaugurado el día 23 de septiembre de 1847 y
tenía entrada por la calle de Alcalá, número 12 (actual 8) y por la
Carrera de San Jerónimo, número 11 (actual 7). Era un conjunto admirable de
riqueza y gusto, de lujo y elegancia, de magnificencia y belleza, siendo
propiedad de la Sociedad o Compañía General del Iris. Los techos tenían
tragaluces de cristal y sus bóvedas multitud de espejos que multiplicaban la
visión.
En marzo de 1845, el café Nuevo de la calle Alcalá 10, se daba en
arriendo con todos sus enseres y pertenencias. Estaba junto a las Diligencias
Peninsulares tenían su parada y despacho en la calle Alcalá, 13. Fue comprado
por Francisco Matossi y Bernardo
Fanconi. Estos suizos se habían establecido en Bilbao a principios del siglo
XIX con una pastelería, llamada la Suiza y un posterior café. Abrieron otros
cafés en Zaragoza, Sevilla y Granada.
El día 4 de Junio de 1845,el Heraldo de Madrid publicó la noticia: “Ayer se abrió el magnífico Café Suizo, en la casa nueva que acaba de construirse en la calle Alcalá, esquina a la de Peligros. El café de más gusto y lujoso que se ha conocido en Madrid, cuenta con muchas y espaciosas salas. Las paredes están recubiertas de rico papel de diferentes clases. Las mesas de mármol de colores. Los asientos son pequeñas banquetas sin respaldo y forradas de terciopelo labrado en color encarnado. La iluminación está muy bien distribuida en elegantes quinqués. El servicio a tono con la magnificencia del local. En las últimas piezas de abajo hay dos preciosas mesas de billar y en una de las salas del centro, a la izquierda una escalera de caracol. Varias mesas para juegos no prohibidos. El café tiene un aforo para unas quinientas personas, seis ventanales a la calle Alcalá y tres a la calle Sevilla, la entrada al café hace confluencia con las dos calles.” Por cierto, que Hartzenbuch recriminaba, desesperado, a Alarcón lo mal que jugaba al dominó.
En sus amplios salones se daban recitales de poesías, conciertos y pequeñas comedias ligeras del gusto de la época. También fueron famosos los bailes de carnavales del Suizo.
La hora privilegiada es la salida de la ópera, a las 11,30 de la noche se halla poco menos que desierto, pero a las doce está lleno, la gente del teatro se ha trasladado al café y las mesas están todas llenas y en la calle hay una fila de carruajes. En el salón llamado El Suicillo se reúnen los aficionados para juzgar los estrenos, donde nunca faltaba doña Emilia Pardo Bazán.
Las nodrizas tienen su punto de encuentro en el Suizo como atestigua el siguiente anuncio: “Se necesita ama de cría, con leche fresca para Madrid o fuera de España, libre y sin familia, con personas que lo confirmen. En el Café Suizo, la florera María García dará razón.”
El día 4 de Junio de 1845,el Heraldo de Madrid publicó la noticia: “Ayer se abrió el magnífico Café Suizo, en la casa nueva que acaba de construirse en la calle Alcalá, esquina a la de Peligros. El café de más gusto y lujoso que se ha conocido en Madrid, cuenta con muchas y espaciosas salas. Las paredes están recubiertas de rico papel de diferentes clases. Las mesas de mármol de colores. Los asientos son pequeñas banquetas sin respaldo y forradas de terciopelo labrado en color encarnado. La iluminación está muy bien distribuida en elegantes quinqués. El servicio a tono con la magnificencia del local. En las últimas piezas de abajo hay dos preciosas mesas de billar y en una de las salas del centro, a la izquierda una escalera de caracol. Varias mesas para juegos no prohibidos. El café tiene un aforo para unas quinientas personas, seis ventanales a la calle Alcalá y tres a la calle Sevilla, la entrada al café hace confluencia con las dos calles.” Por cierto, que Hartzenbuch recriminaba, desesperado, a Alarcón lo mal que jugaba al dominó.
En sus amplios salones se daban recitales de poesías, conciertos y pequeñas comedias ligeras del gusto de la época. También fueron famosos los bailes de carnavales del Suizo.
La hora privilegiada es la salida de la ópera, a las 11,30 de la noche se halla poco menos que desierto, pero a las doce está lleno, la gente del teatro se ha trasladado al café y las mesas están todas llenas y en la calle hay una fila de carruajes. En el salón llamado El Suicillo se reúnen los aficionados para juzgar los estrenos, donde nunca faltaba doña Emilia Pardo Bazán.
Las nodrizas tienen su punto de encuentro en el Suizo como atestigua el siguiente anuncio: “Se necesita ama de cría, con leche fresca para Madrid o fuera de España, libre y sin familia, con personas que lo confirmen. En el Café Suizo, la florera María García dará razón.”
También frecuenta Alarcón los bailes del Tívoli, , en el lugar que
hoy ocupa el Hotel Ritz, que entonces pertenecía a los jardines del Retiro.
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El Tívoli, en el Retiro |
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Carnaval en el Salón de Capellanes |
También asistía a las tertulias literarias de sus amigos como las del duque de Santoña, el conde de Montijo, Juan Valera, el conde de las Navas o la del conde de Villagonzalo, donde brillaba la figura de la condesa, Fernanda de Salabert, casada en segundas nupcias con el duque de San Pedro Galatino. Este palacio está está en la calle Hortaleza junto al parque de Santa Bárbara, cerca de donde vivía su amigo desde la época de La Cuerda José Castro y Serrano, en la calle Hortaleza 21 y 23.
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A la izquierda, Alarcón con Pérez Galdós y Menéndez Pelayo |
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Palacio de Villagonzalo, desde la plaza de Santa Bárbara |
Otro lugar clave en la vida de Alarcón es el palacio de los duques de Montpensier, don Antonio de Orleans y la infanta Luisa Fernanda, candidatos de la Unión Liberal para sustituir a la reina Isabel II y centro de las conspiraciones del partido, del que Alarcón era dirigente. Ambos fueron los padrinos de su hijo Antonio. En este palacio era instruido el infante Fernando de Orleans por su tutor, Bruno Moreno, otro amigo de Alarcón, que lo llamaba el Ingeniero, y a quien dedica El niño de la bola.
Había
entonces en Madrid cuarenta teatros. El Teatro del Circo estaba situado
en la Plaza del Rey, este teatro se construyó el año 1834 y un incendio
acabó con él el año 1876.
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Teatro del Circo |
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Actual inmueble |
En el Teatro del Circo la compañía de Joaquín Arjona, Teodora Lamadrid y Julián Romea estrenó la obra de Alarcón El hijo pródigo, un drama en verso, el día 5 de noviembre de 1857. Es la única obra que se conserva del autor, aunque sabemos que en Guadix, siendo adolescente, casi un niño, estrenó varias (La constancia de una esposa, Una lección a los viejos enamorados, El día de San Lorenzo, La conquista de Guadix).
Alarcón detestaba la zarzuela, a pesar de contar entre su círculo de amigos íntimos a músicos y letristas del género chico. Alabó la celeridad con que se construyó el Teatro de la Zarzuela, en la calle Jovellanos y la elegancia y funcionalidad de la construcción. El cantante granadino Francisco Salas fue el impulsor de esta empresa.
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Teatro de la Zarzuela |
Alarcón vivía entonces en la calle Independencia, 2; cerca del Teatro Real.
Tras la boda en Granada con Paulina Contreras, vivieron, en Granada en Santa Escolástica, 17 (donde nació Paulinica), y en Madrid, sucesivamente en la calle Huertas, 31 y en la Plaza del Progreso, 16-3º; hoy, Tirso de Molina, donde nació su hijo Antonio).
El matrimonio Alarcón se establece definitivamente en la calle
de Atocha, 92-4º, en 1870 en una casa de ocho habitaciones que el matrimonio alquila por 7000 reales anuales a pagar trimestralmente. Allí viven el matrimonio, los cuatro hijos y tres criadas y un gato, ¡y tiene mesa de billar! El edificio fue demolido y transformado en un colegio femenino. Está, como indica una placa, enfrente del lugar donde se imprimió el Quijote.
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Calle Independencia, 2 |
Tras la boda en Granada con Paulina Contreras, vivieron, en Granada en Santa Escolástica, 17 (donde nació Paulinica), y en Madrid, sucesivamente en la calle Huertas, 31 y en la Plaza del Progreso, 16-3º; hoy, Tirso de Molina, donde nació su hijo Antonio).
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Calle Huertas, 31 |
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Plaza Tirso de Molina |
Cerca, en el número 78, en la misma manzana, vivía el matrimonio formado por Antonio Arnao y Sofía Vela y sus tres hijas, que se convirtieron en inseparables amigos. Sofía y Paulina eran dos consumadas pianistas. Otros asiduos a las veladas de los Alarcón eran su hermano Joaquín y su esposa, Dolores Moreno Villafranca, que vivían cerca, en la calle San Pedro, 1-2º. El centro de atención de las tertulias eran la biblioteca de Perico (contaba con 1.600 volúmenes), el piano (tenían otro en su casa de Valdemoro), el billar y la mesa para jugar al tresillo. Se fumaba sin pausa.
La familia Alarcón pasaba parte del verano en una casa de la calle Peguerinos de San Lorenzo de El Escorial, estancia especialmente larga en el verano de 1875, cien días que aprovechó para recorrer la Sierra de Guadarrama. Allí muere su hijo Juan, y escribe El Escándalo. El ayuntamiento puso una lápida en la casa del escritor el 15 de octubre de 1916, con asistencia, entre otros, de sus hijos, y representantes de la Real Academia (Maura) y de la Sociedad Excursionista Peñalara (Constancio Bernaldo de Quirós).
Más tarde, en 1878, adquirió, por 9.000 pesetas una casa en el centro de Valdemoro, donde pasó felizmente sus últimos años ("Esto es Jauja, un paraíso terrenal"). Desde 1851 esta ciudad tenía estación donde paraba el tren de Aranjuez, lo que atrajo a una importante colonia de madrileños, como a Alarcón y a su amigo Luis Mariano de Larra. La villa tenía el atractivo de estar, cómodamente, a tres cuartos de hora de Madrid en tren. Paseaba a lomos de su yegua, Miss Leona.
El despacho de Alarcón, donde escribiría sus grandes novelas, daba a la calle de atrás, San Ildefonso con vistas al mediodía.
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Calle de San Ildefonso |
La familia de Pío Baroja fue a vivir cerca y el escritor vasco pudo conocer a Pedro Antonio, al que describe asomado al balcón: "(vivía) en la misma acera, dos o tres casas más arriba, el novelista Pedro Antonio de Alarcón, que aparecía en uno de los balcones. Era un hombre no muy viejo, de barba negra, con aire de moro triste.”
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Inauguración de la placa en la casa de Alarcón |
Los hijos de Pedro Antonio y Paulina estudiaban internos en sendos colegios. Pedro Pablo y Miguel en las Escuelas Pías de San Fernando y Paulina y Petriya en el Sagrado Corazón. Otros tres, Petra, Juan y Antonio murieron pequeños
El domingo 25 de febrero de 1877 leyó, en un acto multitudinario su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, que entonces estaba en la calle Valverde, 17, donde actualmente está la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El discurso, que versó sobre la Moral en el Arte y la Literatura provocó una acalorada polémica entre seguidores y detractores.
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Antigua sede de la RAE |
La familia Alarcón pasaba parte del verano en una casa de la calle Peguerinos de San Lorenzo de El Escorial, estancia especialmente larga en el verano de 1875, cien días que aprovechó para recorrer la Sierra de Guadarrama. Allí muere su hijo Juan, y escribe El Escándalo. El ayuntamiento puso una lápida en la casa del escritor el 15 de octubre de 1916, con asistencia, entre otros, de sus hijos, y representantes de la Real Academia (Maura) y de la Sociedad Excursionista Peñalara (Constancio Bernaldo de Quirós).
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Homenaje a Alarcón en El Escorial |
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Valdemoro |
He aquí una descripción de la casa del novelista de Ignacio José Escobar:
“Primero hay un ancho portal, donde los que entrábamos nos deteníamos sorprendidos. Luego hay un patio cubierto por un toldo a la andaluza […] En aquel patio crecen jóvenes arbustos sobre medias tinajas pintadas de almazarrón, malvas rosas en proporción sorprendente, y claveles y geráneos, y hierba Luisa, y albahaca. […]. Sigamos recorriendo la casa. A la derecha está la bodega, habitada por inmensas tinajas […]. En el fondo del patio se ve un arco árabe, que conduce al despacho de Alarcón. El mismo poeta ha servido de alarife a esta obra. En su despacho podrían verificarse muy bien carreras de caballos. Los muros tienen más de medio metro. Dentro no se siente calor jamás. Sobre esa mesa se ha escrito El niño de la bola. La obra está llena de recuerdos de Andalucía, lo mismo que la casa... ¡Qué placer puede igualarse al del propietario que os enseña su casa! El os hace fijar la atención en los más ínfimos detalles. Los árboles de su jardín son los más frondosos del mundo, sus rosas superiores a las de Jericó, sus frutas más sabrosas que las de cercado ajeno...”. 5 de julio de 1880, La Época.
“Primero hay un ancho portal, donde los que entrábamos nos deteníamos sorprendidos. Luego hay un patio cubierto por un toldo a la andaluza […] En aquel patio crecen jóvenes arbustos sobre medias tinajas pintadas de almazarrón, malvas rosas en proporción sorprendente, y claveles y geráneos, y hierba Luisa, y albahaca. […]. Sigamos recorriendo la casa. A la derecha está la bodega, habitada por inmensas tinajas […]. En el fondo del patio se ve un arco árabe, que conduce al despacho de Alarcón. El mismo poeta ha servido de alarife a esta obra. En su despacho podrían verificarse muy bien carreras de caballos. Los muros tienen más de medio metro. Dentro no se siente calor jamás. Sobre esa mesa se ha escrito El niño de la bola. La obra está llena de recuerdos de Andalucía, lo mismo que la casa... ¡Qué placer puede igualarse al del propietario que os enseña su casa! El os hace fijar la atención en los más ínfimos detalles. Los árboles de su jardín son los más frondosos del mundo, sus rosas superiores a las de Jericó, sus frutas más sabrosas que las de cercado ajeno...”. 5 de julio de 1880, La Época.
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