Rafael Gago en el barranco del Teatino
Rafael Gago Palomo dejó en su obra inacabada Recuerdos de
un estudiante, publicada en la revista La Alhambra en 1615 y 1616, una deliciosa descripción del itinerario que seguía para
ir desde el cortijo de Casablanca, en El Fargue, donde pasaba los veranos hasta el Albaicín, donde vivía su familia,
exactamente en la casa que luego perteneció a don Manuel Gómez-Moreno González,
en la plaza de San José.
Como es habitual en los textos de Gago Palomo, la descripción es muy viva y amena, aunque
por su poco rigor es también caótica y desmañada. Es verdad que a veces cuesta
trabajo seguir el hilo, porque mezcla excursiones y recorridos sin suficiente
claridad, pero su espontaneidad y oralidad nos invita a seguir su rastro con
interés y placer.
La excursión parte del camino del Sacromonte, donde se pasa
por los cortijos de la Cruz Torneada y de los Latinos. De aquí se desviaban a la
izquierda,
justo donde termina el muro de contención, a la altura del puente
del molino del Teatino hacia una “empinada cuesta en zig-zag llamada de Guadix, que se desarrolla sobre la
falda occidental del cerro del Pajarillo”. Dice que cuando se derrumbaba el
puente que construyó el general Sebastiani en Huétor Santillán, este camino era
el único acceso a Guadix. ![]() |
Cuesta del cerro del Pajarillo |
Entre el cerro del Pajarillo y el de Montejate está el
barranco del Teatino, así llamado por un arroyo que nace en El Fargue y muere
en el Darro, frente al molino de los Teatinos, hoy en ruinas.
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El barranco del Teatino, entre el cerro Montejate y el del Pajarillo, desde el camino de Beas |
Al pasar por el barranco del Teatino el “aspecto de aquellos
precipicios que de uno y otro lado estrechaba el cauce no podía ser más
imponente”.
A medio camino se ve EI Tajo de las Palomas, que “tenía el aspecto exacto de un enorme y elevadísimo torreón de Castillo feudal de color gris blanquecino, que parecía hecho de yeso de abajo a arriba”.
A medio camino se ve EI Tajo de las Palomas, que “tenía el aspecto exacto de un enorme y elevadísimo torreón de Castillo feudal de color gris blanquecino, que parecía hecho de yeso de abajo a arriba”.
El barranco transcurre entre el cerro del Pajarillo y el
Montejate (Gago lo llama “Montiate”). Dice Gaqo
que “ Hacia su curso medio forma una ancha explanada circular de más de
treinta metros de diámetro, sobre la cual cae en cascada desde una altura de
unos cincuenta, el agua del barranco, no en masa compacta, sino dividida en
lluvia. Sobre unos diez o doce metros por encima de la cascada, aquella llanura
circular está encerrada en un tubo cilíndrico del mismo diámetro, de paredes
casi enteramente verticales. Esta cascada tiene por nombre La Chorrera”.
En el camino dice que abundan los alacranes,
escorpiones, gavilanes, abantos,
totovías, perdices y conejos. En la actualidad no es extraño cruzarse con jabalíes,
cabras monteses y ciervos.
Al final el camino que va entre pinos se pierde en medio de un olivar y al fondo
encontramos el cortijo Casablanca y el Cortijo Nuevo, y detrás El Fargue.
También poseía la familia de Rafael Gago, en el curso del
Darro el Carmen de los Granados, desde donde también explora el camino a
Casablanca por el mismo barranco del Teatino.
Ibn al Jatib atribuye la
propiedad de las alquerías de Beas y Cortes de Beas y sus cortijos, acequias, presas
y molinos a las reinas de Granada. Fueron vendidas por Boabdil a la Corona, que
las donó a Hernando de Zafra y los cortijos desde Cortes hasta Jesús del Valle
en el siglo XVIII todavía pertenecían a
sus descendientes los condes de Torrepalma y duques de Gor, que tenían residencia
en Granada, en el palacio de los Girones. El III conde de Torrepalma Alonso de
Verdugo fue escritor y miembro fundador de la Real Academia de la Lengua.
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Ruinas del Molino del Teatino |
El cortijo de los Granados se surte del agua de “La
Fuentecilla, de la que brota a unos cincuenta metros de la ribera del Darro y
casi exactamente al nivel de su cauce, un agua diáfana” y linda con el de Jesús del Valle, también hoy
en ruinas y que era “propiedad entonces de D. Carlos Calderón y Vasco, antiguo
capitán de Caballería que pidió su absoluta y pasó a prestar sus servicios
militares a D. Carlos VII, y desde entonces, según prometió, no volvió a ser visto por Granada, su patria. Hijo único de padres riquísimos, en vano
pretendió abrir sus salones para bailes y tertulias a esta población entregada
a la maledicencia y a la sátira. En aquel cortijo, donde estaba y está el
panteón de familia, donde yace también el excapitán”. Ahora, los restos de este
personaje, que inspiró a Valle-Inclán al marqués de Bradomín, reposan en indignas condiciones en el
cementerio de San José de Granada.
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Ruinas de Jesús del Valle |
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