Recuerdos de José Requena Espinar
José Requena Espinar |
José Requena Espinar publicó en El Accitano, periódico que dirigía, unos
recuerdos de su juventud recogidos en once capítulos entre el 4 de julio de
1894 y el 1 de septiembre de 1895 baja el título Danza de la muerte. Son recuerdos desatados por la muerte de su amigo Mariano Vázquez, a quien conoció cincuenta años antes y a quien dedica este entrañable texto. Luego serían parcialmente reproducidos en La Alhambra con el título Recuerdos de antaño. En estos artículos
revive detalladamente y con gran frescura el ambiente escolar y juvenil de
Granada y un poco de Guadix; conflictos sociales, profesores, amigos, el
ambiente de academias, tertulias, cafés, teatros, plazas y calles a mediados del
siglo XIX en los momentos previos a la eclosión de La cuerda granadina. El texto es un documento impagable, aunque deslavazado, de detalles curiosos de aquellos años.
José Requena Espinar comienza sus
recuerdos infantiles en las jornadas del 18 de
julio de 1843, cuando Granada fue sitiada por el general
Van Halen, que tenía acuartelado su ejército de once mil hombres en Víznar. La extraña coalición de los sectores más reaccionarios de la sociedad y la Milicia Nacional derrotó al general enviado por Espartero, que igualmente fue derrotado en Sevilla. Ambos generales se exiliaron en Londres.
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Juan Van Halen |
Entonces el niño José Requena estaba interno en la
escuela de don Miguel Urbina (en realidad, Miguel Giménez de Urbina), en la
calle Cárcel Baja (donde ahora está Granada 10), que era capitán de la Milicia
Nacional. El conserje, el sr. Pérez Ibáñez organizó a los niños para que
subieran baldosas de la
calle a la azotea, para arrojarlas al paso del ejército
invasor. Entre los niños estaban Mosquera, Plácido Francés, Atanasio de los
Ríos, Antonio Mesía, Pablo Giménez, Sarabia (que sufriría el matrimonio aciago con "la Jabonera") y otros futuros prohombres de la vida
cultural y comercial de la ciudad. Junto al colegio las vecinas asomadas en los
balcones se burlaban de los niños a los que arrojaban vainas de habas; eran
Sofía Valera, hermana del escritor, amiga de Eugenia de Montijo y futura
duquesa Malakof y Felicia de Hermosilla y Meléndez.
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Calle Cárcel Baja, hoy |
Mientras tanto el general Espartero
fue derrotado en Sevilla y ordenó el levantamiento del cerco de Granada. Esa
misma noche, como si nada hubiera pasado,
se estrenó la comedia de Manuel Bretón de Los Herreros, Un
novio a pedir de boca, en el Liceo Artístico y Literario ante una brillante
y escogida concurrencia. Los aficionados de la Sección de declamación son
los encargados de representar la pieza, a beneficio de la señorita Corinna di
Franco. En los entreactos y al final de la comedia, esta señorita canta,
acompañada de los señores individuos de la orquesta, las
cavatinas del Templario y de la Betly y la canción La Manola. En
el primer intermedio interviene la joven poetisa Josefa Moreno Martos. Sabemos que el 26 de enero se había celebrado una función con un programa parecido, según refiere La Iberia.
Los generales vencidos embarcaron a Inglaterra
y fueron desposeídos de sus honores. Los resistentes vieron traicionados sus
ideales, pues el gobierno de Serrano disolvió la Milicia Nacional y abolió la
Constitución.
El bondadoso hermano del director,
Francisco Urbina, compartía mesa con los estudiantes. Y a los estudiantes
externos, como los hermanos Corredor (banqueros), Fernando del Pulgar, Cordón,
Porpeta, Peña (militar) o Linares (librero). Los niños jugaban en el patio a la
guerra de los insurrectos contra los gubernamentales cuando a las doce salía
don Miguel a dar sus clases particulares y los dejaba bajo la vigilancia del
pobre señor Ibáñez. Este y la salida los domingos al patio de los algibes de la
Alhambra era su entretenimiento.
2. El día de san Miguel
Recuerda Requena Espinar
especialmente la celebración del día de San Miguel. Eduardita, era la hija del
maestro y esposa del abogado y catedrático de Física del instituto, José Barroeta Márquez, y
preparaba la celebración del día del padre. Se preocupaba de mitigar los
castigos que infligían a los niños.
La casa se adornaba para ese día de macetas de
boj, arbustos y flores y farolillos de aceite (todavía no se conocía en Granada
ni el gas ni el petróleo) que ayudaron a colocar los niños.
Por fin llegaron invitados de los
que recuerda a las hermanas Escobar, que vivían en la calle Elvira; el joven
Enrique Palacios, la familia Auriol, cuyo hijo Miguel sería poeta, y que vivían
enfrente del Colegio de Niñas Nobles; las familias del general
O’Lawlor y del
marqués de Salar; el consejero
provincial, Salvador Rodríguez y
su hija Elisa, cuya muerte prematura sería sentidamente llorada por José
Salvador; y otros profesores: don Bernabé Ruiz de Henares (música), Manuel
Noguera (dibujo), Gregorio Aragón (latín), etc. También asistieron familias
nobles, los Entrala, los Povedano, los Uceda y los Zárate, pendencieros
(“encerraban en sus cuerpos diez y seis mil demonios”), que les recordaban a
otros violentos de Guadix, los Roselli. Mención especial merecen otros dos
accitanos: Antonio Casas y Moral, escritor y registrador de Granada que se
enamoró de una joven a la que vio leyendo bajo un sauce junto a la iglesia de
El Fargue y con la que se casó, era Rosario del Castillo; y el tío del escritor, Bernardo Requena y
González, de quien recuerda que lo llevó a ver una corrida de toros en el
Triunfo, espectáculo que aborreció para siempre. Menciona también a José de
Castro y González, autor de un cuento, El Vejiguero, que le costó la prisión (la memoria traiciona al autor, que sin duda confunde el nombre con José Giménez Serrano, que sería amigo entrañable de Alarcón)).
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General José O'Lawlor |
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Mariano Vázquez, alias Puertas |
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Ramón Entrala |
A la una terminó la celebración del
día de San Miguel.
Mariano Vázquez destacó en el Liceo
de Santo Domingo, con el grupo de la Cuerda Granadina, donde tuvo tanto
protagonismo Pedro Antonio de Alarcón. Luego alcanzó gran prestigio en Madrid
como compositor, pianista y director (estrenó en España la Novena sinfonía de
Beethoven).
3. Recuerdos de la universidad
La presencia de Requena Espinar en
el colegio de la calle Cárcel Baja (que llaman la Mesa Redonda) se extendió
hasta sus estudios universitarios, cuando le fue concedida la autorización para
permanecer allí, a petición de su padre. Rememora la asistencia con su amigo de
Santa Fe, Segismundo Rosales, al estreno de Don Juan Tenorio en el Teatro
Principal. Eran protagonistas José Calvo (don Juan), Rita Revilla (doña Inés) y
Manuel Fernando (Ciutti) y Requena recuerda haber visto en la primera fila a José de Castro y Orozco,
Giménez Serrano, José Salvador y Salvador (“el caballero por excelencia”),
Fernández Guerra, Nicolás de Rada y Henares, Dolores Arráez y Josefa Moreno Nartos
(que vivía en la casa que luego fue café Alameda).
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Teatro Cervantes, llamado Principal en 1843 |
El
sr. García fue sustituido por un pasante joven y con aficiones
literarias, el alpujarreño Ugíjar, Hipólito Megía, a la vez que entraba en el
colegio Francisco Cobos, condiscípulo al que Requena admira desde el primer
momento. Comparten el gusto por la literatura francesa y debaten sobre la
legitimidad de la monarquía, la democracia e incluso el socialismo. También
intenta emular a Mariano Vázquez, con quien comparte interminables horas de
ensayos al piano.
En 1846 abandonó el internado y se
hospedó en la casa de unos amigos de sus padres, Francisco Miranda y Rosa
Palancar, en la calle Cervantes (junto a San Matías y Sarabia). De su paso por
la universidad recuerda a los profesores
Ramón Ponce de León, Juan de Dios de la Rada y Henares, Diego Llorente,
Juan Nepomuceno Ceres, Julián Herrera, inefable canónigo que solía pasear con
sus alumnos y que amenazaba a las beatas que perdían el tiempo en la iglesia, en
lugar de atender sus casas, con las penas del infierno y las expulsaba de la
iglesia con un látigo de postillón de diligencias, Fernando González, Agustín
Martín Montijano, el severo Juan Hurtado
y Leyva, etc. Recuerda que pasaba los veranos en Lacalahorra en compañía de
Leopoldo Eguilaz.
En Granada frecuentaba con Mariano
Vázquez el café Comercio y las tertulias de El Pellejo y de El Recreo, en la
calle Lecheros, desaparecida al trazarse la Gran Vía. En la primera se aburría
con los juegos de cartas y se entretenía con las intervenciones musicales de Ramón
Entrala, las dos hermanas Romani, Custodio Albox y Lozano. En El Recreo también
predominaba la música, pero se aburrían con las obligadas audiciones de los niños y niñas alumnos de
don Baltasar Mira.
En el Liceo de Santo Domingo acudía a veces a las sesiones de
Jurisprudencia o
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Las escritoras Eduarda Moreno y Enriqueta Lozano |
sesión del 9 de mayo de 1849 en la que intervino su
admirada poetisa Rogelia León, una mujer pequeña, que vestía ropa de hombre y
murió joven. Eduarda Moreno, que también imitaba a George Sand, era franca y
campechana. Pero a quien más admiró en el Liceo fue a Enriqueta Lozano.
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Manuel del Palacio |
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Francisco Javier Cobos |
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José Salvador |
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Manuel Fernández y González |
Mariano Vázquez se burlaba de Manuel del Palacio, que gustaba de adornarse
de sortijas, colgantes y cadenas con que se adornaba, y de la miseria que
entonces sufría Manuel Fernández González, que entonces vivía de la caridad de
sus amigos y luego sería generosamente favorecido por Isabel II. El líder de
todos y el más generoso, era José Salvador de Salvador, que acabó sus días
arruinado. Otros amigos eran Pedro A. de Alarcón, Eduardo Padial Martos, Daza, Trinidad Rojas,
Francisco Cobos, Moreno Nieto y Orti
Lara.
Después de asistir al Liceo, pasaban la tarde jugando al billar en el
café Comercio (en la plaza de la Mariana) y por la noche, a las once, acudían
acompañando a los hijos de Carmen Arráez, Trinidad y Mauricio, que vivían en
plaza Campillo, a la tertulia de las señoras de Riquelme, con lo que quizás se
refiera a la familia que formaban don José Riquelme, doña Bárbara Izeraga y su hija Sofía, que habitaban en el mismo palacio donde naciera Martínez de la Rosa, en la calle Tablas. En la tertulia cantaron, tocaron el piano y bailaron.
A las dos de la mañana terminó el sarao y se dirigieron a la sede de El Recreo, en la desaparecida calle de Lecheros, que estaba muy animada por la presencia de la bellísima Pilar Atienza, a la que los muchos asistentes se habían rendido poniendo sus abrigos en el suelo, a sus pies y que estaba comprometida con Rafael Contreras, el gran conservador y restaurador de la Alhambra, y entonces ausente de Granada.
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Palacio de Riquelme |
A las dos de la mañana terminó el sarao y se dirigieron a la sede de El Recreo, en la desaparecida calle de Lecheros, que estaba muy animada por la presencia de la bellísima Pilar Atienza, a la que los muchos asistentes se habían rendido poniendo sus abrigos en el suelo, a sus pies y que estaba comprometida con Rafael Contreras, el gran conservador y restaurador de la Alhambra, y entonces ausente de Granada.
4.
Navidad trágica
en Guadix
En la navidad de 1846 fue a Guadix, con otros estudiantes de los colegios del Sacromonte y Bartalomé y Santiago, en el galerón de Gregorio Martínez, el Tocino, que hacía el viaje en
veinticuatro horas, de once a once de la noche, en un coche tirado por seis mulas sin relevo, sin más descanso que una hora para comer en el Molinillo y por un camino sin puentes sobre el Fardes.
El día 28 los amigos
estudiantes se reunieron en casa de Ángel Sánchez Freila y organizaron
una tuna para dar serenatas el día 30. Fueron a las casas de Dávalos, Martos, Soler y
Alarcón, según se reproduce en El Accitano
En la casa de Alarcón, en la plaza de los Álamos, ocurrió un dramático incidente, al mezclarse
con ellos otros jóvenes con modos soeces, que provocaron una pelea con armas de
fuego, que desencadenó con la muerte accidental del joven Manuel Sañudo y, posteriormente, de su novia Benita Toucedo. José
Soler de la Fuente era granadino, pero entonces residía en Guadix, en la calle Ancha, donde escribió su
obra Tradiciones granadinas.
Este desgraciado suceso le sume en un profunda depresión que le retiene dos años en Guadix y de la que se salva con la compañía de un grupo de amigos con los que forma una tertulia al amor de la lumbre en la que recuerda a Torcuato Tarrago y Mateos, Pepe Ramírez de Aguilera, Gumersindo Garcia Varela, Bernardo Requena y Gonzalo, Pedro A. de Alarcon, José Rivas Pérez. De Granada vienen frecuentemente Mariano Vázquez y José Soler de la Fuente. En el Pósito del ayuntamiento estrenan tres obras, a imitación confesada del Guzmán el Bueno de Gil y Zárate, con las que consiguen el aplauso y la admiración de sus paisanos.
Este desgraciado suceso le sume en un profunda depresión que le retiene dos años en Guadix y de la que se salva con la compañía de un grupo de amigos con los que forma una tertulia al amor de la lumbre en la que recuerda a Torcuato Tarrago y Mateos, Pepe Ramírez de Aguilera, Gumersindo Garcia Varela, Bernardo Requena y Gonzalo, Pedro A. de Alarcon, José Rivas Pérez. De Granada vienen frecuentemente Mariano Vázquez y José Soler de la Fuente. En el Pósito del ayuntamiento estrenan tres obras, a imitación confesada del Guzmán el Bueno de Gil y Zárate, con las que consiguen el aplauso y la admiración de sus paisanos.
En 1848 celebraron por las calles la revolución
de París, lo que les valió la reprimenda del alcalde que los protegía, Don Ramón
Asenjo. Al año siguiente vuelve a Granada a reanudar sus estudios de Derecho y recuperar su participación en las tertulias de Granada, a la que se incorporará, como un trueno, su amigo Pedro Antonio de Alarcón en 1854.
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