Charles Yriarte y Granada
(Publicado en IDEAL, 31/10/2014)
Charles Yriarte |
Yriarte
(1832-1898) era redactor del Monde Ilustré, y cubrió las guerras de
Marruecos, de Italia, la franco-prusiana, la guerra de los países balcánicos,
etc. Además, como historiador del arte, dejó estudios de Donatello, Veronés y
los españoles Goya y Fortuny, y guías de
Istria, Florencia y Venecia. Pero él confiesa que “Entre los panoramas
grandiosos que se representan a mi recuerdo cuando cierro los ojos, recuerdo el Cuerno de Oro, la Vega de Granada
y Nápoles y su golfo”. También que “Venecia es
única en el mundo, como Nuremberg, Constantinople y Granada”.
A sus amigos les recomienda que visiten Granada, tierra “rodeada de agua y de flores”. Además,
desmiente los tópicos de bandoleros, malos modos y suciedad de Andalucía.
Afirma que no es cierto que en los caminos montañosos de Granada haya
bandoleros que raptan a los viajeros, sino que la guardia civil (fundada en
1844) protege los caminos rurales mejor que la gendarmería francesa; además los
viajeros se cruzarán con caballeros y arrieros amables que los saludarán
cortésmente. Desmonta algunos tópicos
trasnochados; la Granada descrita es más real, pero no menos atractiva
que la del Romanticismo.
A su
amiga, la baronesa de Vilesne, que se dispone a viajar a Granada con su hija Blanche, le escribe en 1867 una apasionada carta
recomendándole que visite el Albaicín y el Sacromonte (curiosamente, barrios
pobres postergados por los viajeros románticos), y que no dude en pagar diezduros para asistir a una zambra gitana (“c’est une revelation. Tout l’Espagne
est là!”). También le aconseja que recurra al guía Mateo Jiménez, el mismo que
sirvió a Washington Irving casi cuarenta años antes (hijo de otro guía que
murió centenario y sólo bajó desde la Alhambra
a Granada dos veces en toda su vida) y al que, sin embargo, otro ilustre viajero, Richard Ford tildara de
“charlatán necio”.
Muestra su espíritu burgués cuando le recomienda que se hospede en la fonda de Pérez o en Los Embajadores, en el centro urbano, más cómodo que el hotel de Los Siete Suelos en la colina de la Alhambra. Evoca Yriarte en esta carta sus paseos por el Generalife, la Alhambra y las orillas del Darro y el Genil con su acompañante, el perro Salero; las interesantes tertulias con sus amigos granadinos y recuerda con dolor que en su partida se sintió identificado con el rey Boabdil.
Por cierto, que en esta misma misiva, comenta con la baronesa el carácter insufrible de su mutua amiga, "la belle Helena", con la que compartió un viaje a Rusia, y que dio en la manía insoportable de telegrafiar continuamente todo lo que hace. Es víctima de un tic exasperante, que le hace tener que escribir veinte palabras y enviarlas a sus amigos para contarles una nimiedad antes que visitar monumentos, disfrutar de la comida o descansar. Jura que jamás volverá a viajar con ella; aunque sea de París a Versalles. ¿No anticipa el síndrome de la bella Helena con los telegramas la actual dependencia de los móviles?
Muestra su espíritu burgués cuando le recomienda que se hospede en la fonda de Pérez o en Los Embajadores, en el centro urbano, más cómodo que el hotel de Los Siete Suelos en la colina de la Alhambra. Evoca Yriarte en esta carta sus paseos por el Generalife, la Alhambra y las orillas del Darro y el Genil con su acompañante, el perro Salero; las interesantes tertulias con sus amigos granadinos y recuerda con dolor que en su partida se sintió identificado con el rey Boabdil.
Ilustración del Diario de un testigo de la Guerra de África |
Yriarte publicó sus crónicas de esta guerra con el título Sous la tente (Bajo la tienda), obra que dedicó al escritor granadino, quien aparece profusamente en ella como un compañero ingenioso, intrépido y genial cronista, de la misma manera que él aparece en la obra de Alarcón, quien escribe “Iriarte”, como un hombre vividor, con un carácter explosivo. Al terminar la guerra, vino a Granada con Alarcón , y aunque este trotamundos empedernido se desplazó enseguida a Madrid, a Sagunto, a Córdoba, el parisino permaneció, según su propio testimonio, hasta agosto en Granada (“cuando los cactus del Albaicín crepitaban”). Al año siguiente publicó La société espagnole (Paris, 1861).
Yriarte, Sous la tente |
Fortuny, Nuestra tienda |
Ambos partieron el 14 de octubre a la guerra italiana, en un periplo que
terminaría, otra vez en París, el 6 de febrero. Iniciaron el viaje juntos, pero se separaron en Génova, donde Yriarte se embarcó con los camisas rojas de Garibaldi, mientras que Alarcón se desplazó a Roma.
Se volvieron a encontrar en 1864, en Madrid; entonces le dedica el ensayo Ta fiancée, en el que anima a su amigo a casarse con Paulina para encontrar el equilibrio que necesita, y casualidad o no, Alarcón se casa el año siguiente en la parroquia d Santa Escolástica de Granada. Se volvieron a ver en 1867, cuando Alarcón, ya diputado, fue desterrado a Francia por firmar “la protesta de los 121”.
El
nombre de Granada es una marca internacional debido a la naturaleza de la
ciudad y a la divulgación que de la ciudad hicieron los viajeros románticos del
siglo XIX. Charles Yriarte ocupa un
lugar modesto, pero generoso, que debemos recordar, por superar la visión
excéntrica que ofrecían sus antecesores con una versión alternativa, más cordial, concreta y realista, pero
igualmente atractiva para quienes se lanzaban al “grand tour” alrededor del
mundo y hacían de Granada una etapa imprescindible.
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