B. LA LÍRICA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70

B. LA LÍRICA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70


INTRODUCCIÓN. MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL

Desde 1939 hasta la transición democrática, la vida española estuvo marcada por el control y la ideología del régimen franquista. En los primeros años de posguerra imperaron el silencio y el terror a la delación. En la década de 1950, económicamente se atisbaba una cierta recuperación, con la progresiva incorporación de España al contexto internacional, pero la mayoría de la población seguía padeciendo penurias.

En los años sesenta, y hasta 1975, continuaron las detenciones, torturas y ejecuciones. Sin embargo, el nivel de vida se elevó con el desarrollismo. La presencia de turistas, la movilidad social y la emigración generaron un cambio en las costumbres. En 1976, un año después de la muerte de Franco, se inició la transición a la democracia.

TENDENCIAS POÉTICAS

La generación del 36, formada por poetas que padecieron la Guerra Civil, es la primera promoción. La figura más destacada es Miguel Hernández, aunque muchos autores lo vinculan con la generación del 27.



La poesía de los años 40

Poesía neoclásica o arraigada:

Se encuentran en la órbita ideológica de los vencedores de la guerra y escriben en las revistas Escorial (1940-1950), dirigida por Dionisio Ridruejo y Luis Rosales, y Garcilaso (1943-1946), dirigida por José García Nieto. Estos poetas toman a Garcilaso de la Vega como modelo (poeta y soldado) y escriben una poesía heroica, religiosa o amorosa.

- Suelen emplear las formas métricas clásicas: soneto, décima… Los temas dominantes son los tradicionales –amor, paisaje…- junto a un firme sentimiento religioso y humano, pero algunos poetas optaron por una estética neoclásica.

- Expresan una visión del mundo optimista y esperanzada, sin que la penosa y dura realidad tenga cabida en sus versos. Poetas más destacados de esta etapa: Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero (La estancia vacía, 1944), Dionisio Ridruejo, Luis Rosales (La casa encendida, 1949), y José García Nieto.

Poesía existencialista o desarraigada:

En 1944 se dan tres hitos fundamentales: se publican Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, grito de protesta que sirve como revulsivo contra los garcilasistas, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, libro con rasgos neorrománticos y surrealistas que lo relacionan con el 27. Por último, aparece la revista Espadaña (1944-1950), fundada por Eugenio de Nora y Victoriano Crémer, que acoge a los poetas de esta tendencia.

Esta poesía se caracteriza por el arrebato de agrio tono trágico que enfrenta a un mundo caótico invadido por el sufrimiento y la angustia. En ella existe una preocupación por el hombre, con humanismo dramático, desgarrado, que entronca con el existencialismo. A diferencia de la poesía arraigada, la poesía desarraigada está más apegada al mundo y a sus problemas.

En cuanto a la forma, se trata de una poesía directa, con un estilo más sencillo y menos preocupado por cuestiones estéticas, con empleo del verso largo no clásico. Poetas: Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Ángela Figuera…

Poesía vanguardista

El panorama de la lírica de posguerra no se agota en las dos líneas anteriores. Así hay que citar algunos movimientos marginales que han sido reivindicados actualmente:

El postismo que enlaza con la poesía de vanguardia. Se inicia en 1945 con Carlos Edmundo de Ory, fundador de la revista de ese nombre. Otros poetas J. E. Cirlot y Ángel Crespo.

Miguel Labordeta: Poesía rebelde y desgarrada sobre los problemas del existir y sociopolíticos con un lenguaje próximo al surrealismo (Sumido 25).

Grupo Cántico de Córdoba: Mantuvo durante la posguerra el entronque con el 27, especialmente de Luis Cernuda. Destacó Pablo García Baena.



Años cincuenta: la poesía social

Estos poetas adoptan una actitud ética o de compromiso existencial y huyen del esteticismo formal: Gabriel Celaya (Tranquilamente hablando, 1947; Cantos iberos, 1955), Blas de Otero (Ángel fieramente humano, 1950; Pido la paz y la palabra, 1955), José Hierro, poeta perteneciente al grupo creado en torno a la revista Proel de Santander, autor de Quinta del 42 (1951) y Cuaderno de Nueva York (1998), además de grandes poetas en el exilio como Rafael Alberti o León Felipe, entre otros.



La promoción de los años 60:

La Generación del Medio Siglo la forman un grupo de poetas españoles que publican sus primeros poemas hacia 1955 y alcanzan su madurez en la de 1960.

Pertenecen a esa generación Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, Alfonso Costafreda, Carlos Barral, Juan Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines y Claudio Rodríguez.

La nómina de la Generación del Medio Siglo, término con el que se les viene conociendo precisamente por lo insuficiente de todas las fechas que se iban señalando, se ha venido conformando a partir del grupo conocido como "Escuela de Barcelona" en el que participan Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo, al que se añaden, desde la antología Veinte años de poesía española de Castellet, los de Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Ángel Crespo, Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, y Jesús López Pacheco, a pesar de las diferencias de formación y de punto de vista de muchos de ellos. Este grupo de poetas comparte una actitud parecida frente a la función de la poesía como instrumento de conocimiento frente a la pretensión defendida por los llamados poetas sociales de la generación anterior para los que se trataba de un instrumento de comunicación. Sin embargo, en casi todos aparece una conciencia histórica y crítica, una actitud de rebeldía ante la realidad que les había tocado vivir.

Todos estos poetas dan gran importancia a imágenes y ambientes urbanos en contraste con el ruralismo presente en la historia literaria española, así como por el distanciamiento irónico con respecto a las propias emociones. Algunos se inclinan hacia una actitud meditativa y de corte filosófico e incluso metapoética o elegiaca.

Como características de estos autores se vienen señalando la no ruptura con la generación anterior, sino la intensificación de sus rasgos poéticos (antiesteticismo y antiformalismo, principalmente), por la consideración de la poesía como un instrumento en favor de la justicia social.

Otra característica generacional señalada ha sido el origen burgués de casi todos ellos, así como su paso por la universidad. Es frecuente también que dicho origen social sea criticado en la propia poesía, dando lugar a lo que el propio Gil de Biedma llamó señoritos de nacimiento por mala conciencia escritores de poesía social.

Destaca, asimismo, la ausencia de temas religiosos o cómicos, en franco contraste con el humorismo de los poetas del 27 y el optimismo de la etapa "reivindicativa" de un Jorge Guillén que, no en balde, había escapado a las condiciones de la España de los cincuenta.

Este grupo forma una generación que ha influido profundamente en los poetas actuales.



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